Sopocachi
30105 Vistas

Panorama de las Artes Plásticas Bolivianas en el Siglo XX (1ra Parte)

“El Yatiri” . Óleo s. lienzo – Arturo Borda

Las artes plásticas en Bolivia son tan diversas como sus variadas culturas y hábitat. El crítico e investigador de arte, Harold Suárez Llápiz realiza un estudio profundo que resume el quehacer en cuanto a todas las expresiones artísticas: desde la pintura, escultura, grabado, cerámica y muralística, hasta las actuales propuestas llamadas “de vanguardia” : performances, instalaciones o fotografías intervenidas. Desde lo clásico hasta los lenguajes más contemporáneos, con una revisión de la obra de los artistas bolivianos más destacados desde el siglo XX a la fecha. 

Por: *Dr. Harold Suárez Llápiz

En la primera mitad del siglo XX sobresale la figura del potosino Cecilio Guzmán de Rojas (1899-1950), quien fuera un verdadero precursor de la corriente del indigenismo, no sólo en Bolivia sino también en América Latina, otorgando al indio el estatus de elemento plástico protagónico en una obra de arte. Muy influyente, dominó la escena del arte nacional entre las décadas del 30 al 50. Como obras maestras de su producción artística destacan los lienzos “Cristo Aymara” (1939) “Ñusta” (1936), “Autorretrato” (1918), “El mendigo” (1919), “El beso del ídolo» (1926), “El Illimani negro” (1937) y “El triunfo de la naturaleza” (1928).

En la vereda de enfrente (por las diferencias en cuanto a los planteamientos estéticos), no podemos dejar de mencionar, (más por la fama adquirida que por la verdadera calidad de su obra), al conocido Arturo Borda (1883-1953), más cercano a una corriente clásica, conservadora. A decir verdad, considero que la producción del paceño es más de carácter ilustrativa, bastante anecdótica en su concepción y cargada de un exagerado discurso literario. A mi criterio, de toda su producción sólo sobresalen dos obras: “El retrato de mis padres” (1920) y “El Yatiri” (1918), magníficas piezas, empero, el resto de su producción adolece de notorios altibajos.

“Fiesta indígena” . Óleo s. lienzo – Juan Rimsa

“Fiesta indígena” . Óleo s. lienzo – Juan Rimsa

La figura del eximio pintor lituano Juan Rimsa (1903-1978), activo en nuestro país entre 1935 y 1950, es fundamental en el escenario artístico de la época. Abrió un sendero para posteriores generaciones de artistas en La Paz y Sucre, dejando destacados discípulos. Por otro lado, la calidad de su obra está fuera de discusión. Aventajado dibujante y colorista, resolvía su obra mediante una figuración estilizada y elegante. Su pincelada es gruesa, rica en materia y brillante en cuanto al tratamiento cromático, con un uso magistral del claroscuro.

En el retrato boliviano destaca el oficio del oriundo de Cochabamba, Avelino Nogales (1870-1930) quien inmortalizó a importantes personalidades de su época. Por otro lado el más destacado paisajista boliviano fue Raúl Prada, (1900-1991)  quien nos deslumbra con sus bellas estampas del valle cochabambino. En cuanto a la calidad de su pintura denota gran maestría en el tratamiento de las diversas tonalidades del color verde y en el manejo de la luz. Abordaremos a continuación a los artistas bolivianos más destacados de la segunda mitad del siglo pasado.

En el arte abstracto, sobresalen las figuras de la paceña María Luisa Pacheco, (1918-1982), el orureño Óscar Pantoja (1925-2009) y el potosino Alfredo La Placa (1929). La primera realiza una obra de gran calidad plástica y magistral uso de la composición, al vertebrar mediante el uso del collage exquisitas formas abstractas. El segundo, más colorista que dibujante, nos cautiva con un abstraccionismo de carácter lírico. Y por último, el maestro Alfredo La Placa nos sorprende con una impactante serie de mutantes (en los años 70), y posteriormente con sus bellas representaciones de minerales abstractos que nos transportan a los socavones de su natal Potosí. La pintura de Alfredo La Placa se inscribe en la línea de la abstracción de naturaleza expresionista, comparable al alquimista que transforma un material inerte en elementos matéricos que alcanzarán una dimensión onírica y simbólica.

Inés Córdova (1927-2010), fue una verdadera pionera en el manejo del collage con metales y textiles en Bolivia. Consagrada como una de las artistas más sobresalientes, prolíficas y completas en la historia del arte nacional, destacó además por ser una eximia pintora, ceramista, orfebre, grabadora y muralista. (En cuanto a esto último cabe destacar que junto a su esposo Gil Imaná realizó los primeros murales en cerámica en nuestro país). Para elaborar sus collages tenía predilección por el uso de los colores sobrios. Realizaba su propia lectura para materializar complejas composiciones tan enigmáticas  como convincentes en su poder de sugestión, y que surgen de una prodigiosa imaginación. Interpretaba un paisaje vertebrando una obra con retazos de telas recortadas aprovechando con gran genialidad sus texturas y los contrastes cromáticos de éstas y de los otros diversos materiales empleados.

“Montaña y Luna”. Escultura; Basalto – Marina Nuñez del Prado

“Montaña y Luna”. Escultura; Basalto – Marina Nuñez del Prado

La escultura boliviana llega a su sitial más alto gracias a la figura de Marina Núñez del Prado (1908-1995), quien desarrolla una obra  brillante en cuanto a su manejo técnico, con gran dominio de la síntesis y volumen de las formas escultóricas. Brillan sus series de Montañas y Mujeres al viento. Años más tarde, las exquisitas creaciones en madera del cruceño Marcelo Callaú (1946-2004), consiguen un adecuado volumen y fino acabado, sugiriendo sensuales figuras humanas o sutiles formas geométricas, que invitan al observador a descubrir logradas perspectivas visuales en un determinado espacio. Las luces que proyectan por sí mismas, y la simetría que nos ofrecen las dotan del difícil equilibrio que debe tener una buena escultura. Cabe hacer notar que las esculturas geométricas que realizó en los últimos años de su vida tienen una clara influencia en las formas del húngaro Víctor Vasarely.

El escultor paceño Ted Carrasco (1933), trabaja a menudo utilizando la piedra y el bronce. Sus creaciones generalmente representan abstracciones simbolistas de la figura humana que sobresalen por recuperar el universo ancestral andino. Sin embargo, sus clásicas figuras reclinadas y sentadas más parecen una reminiscencia del escultor inglés Henry Spencer Moore.

En cuanto a la producción escultórica de los artistas relativamente más emergentes, destaco al también vitalista León Saavedra Geuer quien nos sorprende con sus formas metálicas de notable calidad técnica y formatos de grandes dimensiones.

Monumento “El Cristo” . Escultura – Emiliano Luján

Monumento “El Cristo” . Escultura – Emiliano Luján

En la escultura monumental boliviana es pionero Emiliano Luján Sandoval (1910-1973) al realizar las primeras esculturas públicas de gran formato en el país. Sobresalen “El Cristo ” (1961, Santa Cruz de la Sierra) y “El soldado desconocido” (1972, La Paz) entre otras importantes obras.

En el muralismo boliviano, destaca la presencia de Miguel Alandia Pantoja, (1914-1975), quien no tenía reparos en manifestar a través de su obra sus posturas políticas, motivo por el cual incluso sufre la destrucción de importantes murales a manos de los nefastos gobiernos dictatoriales de turno. Paralelamente en Sucre desarrolla una importante producción pictórica Wálter Solón Romero (1925-1999), fundador del grupo cultural Anteo, movimiento contestatario a los cambios políticos y sociales que vive Bolivia en aquel tiempo y que tenía como premisa fundamental llevar el arte a las calles. El sucrense realiza  además otros murales en la ciudad de La Paz.

También sobresale la figura de Gil Imaná (1933), muralista y pintor boliviano de dilatada trayectoria. Se puede resumir que la pintura del este último, se inicia con una figuración concreta de tendencia social-muralista para evolucionar transitando por una neofiguración de carácter expresionista. Sus recientes producciones son el resultado de la síntesis de las formas, color y dibujo que fluyen auxiliadas por el magistral manejo de la composición. Pintor experimentado, sabe utilizar muy bien los diversos elementos plásticos en determinados espacios, indistintamente de cualquier soporte que vaya a emplear. Finalmente en su madurez artística, sus creaciones se convierten en un expresionismo abstracto de relevante contenido simbólico.

La muralística en la pujante Santa Cruz de La Sierra, se inicia gracias al trabajo prolífico de Lorgio Vaca, (1930) quien realiza destacados trabajos en relieves cerámicos policromados que embellecen avenidas, plazas y parques de dicha ciudad. Si existe un mural que se puede considerar como una obra maestra del artista cruceño, ése es “La Gesta del Oriente boliviano”, (1970-1971), dos grandes muros de concreto trabajados con relieves cerámicos policromados y vidriados, conjunto Mural de 240 m² que embellece el tradicional paseo Municipal del Arenal.

En esta magnífica representación, que rememora las diversas etapas de la Historia de la ciudad de Santa Cruz, resaltan enormes y vigorosas figuras de notable fuerza expresiva, el entorno urbano, la rica flora y la fauna de estas cálidas tierras se manifiestan a través de logrados escorzos y gran virtuosismo técnico en el manejo de la cerámica, atributos que hacen de ésta obra una de sus mejores creaciones.  Lorgio Vaca transfigura la atmósfera clara y despreocupada de algunos paisajes suburbanos de los impresionistas, trazando sobre ellos un ferviente apostolado de lucha por la igualdad social, que se descubre claramente en significativas obras que reflejan el sentimiento de su gente a través de huelgas, manifestaciones sociales y políticas. Aparecen numerosas figuras que parecen estar unidas como una sola masa humana gigantesca y que a su vez se encuentran enarbolando directamente las banderas de lucha.

Collage de diferentes obras de Lorgio Vaca

Collage de diferentes obras de Lorgio Vaca

Ponciano Cárdenas Canedo, (1927) es un brillante pintor, dibujante, escultor y muralista cochabambino que reside actualmente (y desde hace ya más de cuarenta años) en la República Argentina, donde se ha forjado una respetable trayectoria a tal punto de ser considerado un maestro en aquel país. (Hecho bastante meritorio en un medio artístico tan competitivo y exigente). Ha realizados obras escultóricas y murales que engalanan importantes espacios públicos y privados en Buenos Aires. Por otro lado a través del ejercicio de la docencia, en la prestigiosa Escuela Ernesto la Cárcova ha formado a cientos de talentos argentinos de varias generaciones, (cabe hacer notar que también fueron sus alumnos los bolivianos Raúl Lara, Fernando Prada y Remy Daza entre otros).

El circuito del arte nacional tiene en Enrique Arnal (1932) a su más enérgico renovador de propuestas estéticas. Hablar del potosino, no sólo implica afirmar que es uno de los artistas más destacados del siglo XX, puesto que también amerita evocar al más brillante representante de la neofiguración-expresionista en la historia de la pintura boliviana. Por otro lado técnicamente se trata de un colorista excepcional, dueño de un trazo sólido, de carácter gestual y sugestivo. Aplica gruesos e intensos brochazos, para dotar de mayor dramatismo a su pintura. Resuelve sus figuras con sutiles pinceladas que imprimen suaves tonalidades contrastadas y casi imperceptibles, que consiguen otorgarles a éstas, el volumen necesario para ser lo necesariamente evidentes. Destacan sus series de aparapitas, toros, cóndores, gallos, desnudos femeninos, montañas y en su producción más reciente una afortunada incursión en la pintura abstracta.

Fernando Montes, (1930-2007) nos ofrece un paisaje andino que deja entrever figuras hieráticas de campesinos del altiplano fundiéndose con montañas de intensos colores tierras y ocres. También son impactantes sus series de imponentes portales y altares rituales. En el campo de la acuarela boliviana sobresale el renombrado maestro Ricardo Pérez Alcalá, (1939) aventajado dibujante y colorista, quien maneja de manera magistral la luz, con una paleta sobria y elegante, imprime en sus acuarelas misteriosas atmósferas inquietantes y en otras obras deja entrever, sin ninguna miseria humana, alguna mirada nostálgica, evocando constantemente la cotidianidad de su entorno. A partir de allí, surge el talento para plasmar en sus acuarelas como nadie las texturas de las paredes de las casas envejecidas, de sus antiguos y desgastados portones, o al evocar la precaria cocina de algún recóndito y olvidado lugar.

Entre los discípulos del potosino brilla también con méritos propios el acuarelista cochabambino Darío Antezana (1958).

Nadie pintó los paisajes urbanos y suburbanos de La Paz con tanta pasión y entrega como el recordado maestro de la acuarela Julio César Téllez, (La Paz, 1940-2009) quien dedicó su vida a perfeccionar la también llamada técnica del agua. Uno de los escasos cultores de la tradicional acuarela inglesa, (que pregona que dicha técnica debe de ser realizada en el menor tiempo posible: no más de 3 horas). Según este principio, si demora más tiempo en su ejecución ya no es considerada una verdadera acuarela. El valor de la obra de Téllez reside en que ha sido pintada frente al motivo, es decir directamente. Por eso es espontánea, consigue manchas frescas y sobre todo logradas de primera intención. Técnicamente, sus acuarelas están dotadas de un manejo magistral de las diversas gradaciones cromáticas, la intensidad de luz y la muy bien lograda composición. También es ponderable el trabajo en acuarela que realiza el maestro paceño Mario Conde (1956), de acertado manejo técnico, con una propuesta tan surrealista como neobarroca. Sin embargo, en ocasiones abusa con la exagerada utilización de elementos plásticos, casi siempre simbolistas y folclóricos.

Óleo s. lienzo de Cecilio Guzmán de Rojas

Óleo s. lienzo de Cecilio Guzmán de Rojas

Las creaciones de Gíldaro Antezana (1938-1976) son unas de las más sobresalientes; se trata de una propuesta que adquiere un carácter narrativo, simbólico, metafórico y hasta poético. Podríamos bien decir que dicha obra estaba establecida en los cánones de una neofiguración expresionista, dentro de composiciones surrealistas que llegan a adoptar sin reparos la temática social. En ella evidenciamos expresiones introspectivas donde abordamos simultáneamente los mundos interiores que sugieren las fisionomías absortas de ciertos protagonistas y los mundos interiores del propio artista o más bien sus necesidades interiores. Esa incursión a la intimidad psicológica e intelectual, de los sentimientos y de la fantasía. Evidenciamos una liberación psíquica que instrumenta la liberación plástica: surgen en el espacio los atractivos conjugados de técnicas, atmósfera, misticismo y simbolismo. Dos temas recurrentes dominan en las secuencias oníricas: la figura humana (Caytano) y los animales (gallos). Pueden ser motivos únicos o combinarse. Un tercer centro de interés surge esporádicamente: los girasoles, un cuarto más por compromiso: el discurso social.

“Pueblo de chinchero” Óleo s. lienzo – Antonio Mariaca

“Pueblo de chinchero” Óleo s. lienzo – Antonio Mariaca

La pintura del paceño Antonio Mariaca (1926-1997), dueño de una formación académica de excepción, denota marcado sincretismo religioso, variedad temática, gran plasticidad, acertada composición, síntesis en cuanto a su figuración y buen uso del color.  Luis Zilveti (1939), nos conduce hacia un mundo críptico donde deja entrever ciertos personajes espectrales. Se puede decir que la obra del maestro paceño se inscribe dentro de la corriente de la neofiguración expresionista; Si bien en los inicios de su carrera el dibujo era más concreto, en el último tiempo, los elementos plásticos que utiliza en sus lienzos se han ido sintetizando hasta convertir su propuesta estética en un consumado expresionismo de tendencia abstracta. El lenguaje lírico del color y las tenues formas prácticamente se imponen a lo evidente y lo real. A partir de este punto, para el artista, el acto de pintar se convierte en un gesto espontáneo donde sólo se expresa primordialmente el discurso cromático.

La obra de la artista María Esther Ballivián (1927-1977) es muy particular. Mentiría si afirmara que la paceña era una extraordinaria dibujante. En su serie de desnudos, (tanto en los óleos como en sus dibujos de estudio), apreciamos formas humanas demasiado rígidas, sin la soltura de línea indispensable en un buen dibujo. Por otro lado, en este período no pudo desprenderse de una rigurosa figuración academicista. Tampoco diré que llegó a desarrollar un lenguaje muy propio y particular con su arte (pese a que lo intentó). Es que bien podría decir que, su prematuro deceso, a sus 50 años, truncó la consolidación final de una emergente carrera, con una obra que estaba bien encaminada y cuando todavía se encontraba inmersa en una afanosa búsqueda existencial. Dicha búsqueda le puede costar toda una vida al artista, es que después de intentarlo, una y mil veces (sucede en muchos casos), se llega a encontrar poco o nada. Se puede conseguir la gloria y la consagración o toda una vida desperdiciada tratando de encontrarlas.

Al fin y al cabo pienso que su única pretensión no pudo haber sido el sólo hecho de experimentar. Talento sin duda tenía, pero todavía estaba descubriendo sus propios colores y formas, indagándose a sí misma para encontrarse con su propio lenguaje plástico, que arranque las tempranas influencias de su obra, le otorgue identidad y que le permita expresar lo suyo. Simplemente se quedó en el camino. En el arte como en otras ramas, el tiempo que se dispone para materializar totalmente sendos objetivos, puede ser una limitante que alterará una promisoria historia. Lamentablemente la muerte la sorprendió cuando empezaba a cosechar apenas algo de lo que tanto sembró.

… Continúa: Panorama de las Artes Plásticas Bolivianas en el Siglo XX  (2da Parte)

*El Dr. Harold Suárez Llápiz, cruceño, boliviano es crítico e investigador de arte boliviano. Se ha dedicado a investigar y difundir el arte boliviano durante más de una década. Su afán de investigación lo ha llevado a visitar talleres de importantes artistas, además museos, galerías y diversos centros culturales. Realizó estudios de Gestión e Historia de las Artes en la Universidad del Salvador en Buenos Aires, Argentina.

+info: ARTE BOLIVIANO CONTEMPORÁNEO

ARTÍCULOS RELACIONADOS

Volver arriba