Estudio Crítico: El enigmático Illimani negro de Cecilio Guzmán de Rojas
Harold Suárez Llápiz
Sin lugar a dudas, el insigne pintor Cecilio Guzmán de Rojas (1899-1950), fue el protagonista principal en el escenario nacional de las artes plásticas de la primera mitad del siglo XX. Es que el potosino, fue el verdadero precursor de la corriente del indigenismo, no sólo en Bolivia sino también en América Latina, otorgando al indio el estatus de elemento plástico protagónico en una obra de arte.
Muy influyente, su prolífica obra pictórica resultó ser una fuente de inspiración para cientos de jóvenes artistas que entre las décadas del 30 al 50 seguían sus pasos, y que incluso continuaron haciéndolo después de que estallara la revolución nacional de 1952. Como obras maestras de su producción artística destacan los lienzos «Cristo Aymara» (1939), «Ñusta» (1936), «Autorretrato» (1918), «El mendigo» (1919) , «El beso del ídolo (1926), «El triunfo de la naturaleza» (1928) y «El Illimani negro» (1937).
Es precisamente ésta ultima la que procederemos a analizar, es que el Illimani Negro, magistral óleo sobre madera firmado por Guzmán de Rojas en 1937, resulta ser una pieza insólita e inédita del maestro potosino. El colorido de la composición es similar a la que utiliza en el período de la Guerra del Chaco (1932-1935), contienda en la que participa junto a otros artistas, invitado por la oficina de propaganda del ministerio de guerra con el objetivo de documentar las acciones bélicas que se sucedían en el transcurso de la batalla. Esta situación era una práctica común en la Europa de la época, especialmente desde la primera guerra mundial.
Guzmán de Rojas, oscurece su paleta y la vuelve mas expresiva, con trazos vigorosos y hasta violentos, dejando como legado una serie de piezas que serían exhibidas posteriormente, una vez finalizada la contienda, en una exposición en Buenos Aires, como una denuncia que evidencia las brutalidades de la guerra.
Acabado el confrontamiento, el artista retoma la temática del paisaje de los alrededores de la ciudad de La Paz. Afectado y herido en su sensibilidad artística, por la dura contienda, en la que tuvo que presenciar el sufrimiento y la muerte de sus camaradas bolivianos en el frente de batalla, pinta este Illimani Negro de tendencia expresionista, triste y sombrío, acaso premonitorio de los dramáticos acontecimientos que sucederían 13 años después.
En efecto, esta pieza de indudable importancia histórica y de escasa difusión, curiosamente anticipa el trágico final del pintor indigenista y nos confirma (tal como lo expresaba el paceño Óscar Cerruto en su fantástica obra «La Muerte Mágica«), acerca de la enigmática, misteriosa, intensa y audaz personalidad del pintor más destacado de la primera mitad del siglo XX en Bolivia.
Fue aparentemente fruto de la casualidad o de un delirio que en 1950, y precisamente ante el mismo paisaje, Cecilio se quitaría la vida con dos disparos de arma de fuego, contemplando extasiado el cautivante nevado paceño y las llojetas tan recurrentes en su obra.
Es importante hacer notar el hecho de que, a diferencia de su colega contemporáneo, el paceño Arturo Borda, Cecilio no tenía predilección por la temática del Illimani: sólo se conoce la creación de un par de ellos. Esta magnífica obra del maestro potosino nos propone una paleta de color oscuro con tonos negros-grisáceos, con pinceladas dramáticas y precisas, además de matices en una composición cromática espartana (que nos remite a las conocidas nubes circulares psicóticas que pintó mas de una vez el holandés Vincent Van Gogh), e incluso una gran nube negra que cubre parcialmente el majestuoso nevado. Pese a su importancia, el sorprendente Illimani Negro nunca antes fue tomado en cuenta por los historiadores de arte en Bolivia.
*Harold Suárez Llápiz, cruceño, boliviano es crítico e investigador de arte boliviano. Se ha dedicado a investigar y difundir el arte boliviano durante más de una década. Su afán de investigación lo ha llevado a visitar talleres de importantes artistas, además museos, galerías y diversos centros culturales. Realizó estudios de Gestión e Historia de las Artes en la Universidad del Salvador en Buenos Aires, Argentina.
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