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El escultor Emiliano Luján Sandóval

Emiliano Luján

Emiliano Luján Sandóval (Cochabamba, 20 de julio de 1910 – La Paz, 22 de diciembre de 1975). Ex combatiente de la Guerra del Chaco, destacado escultor y caricaturista. La vida de este insigne boliviano está llena de prominentes logros; diseñó trascendentales obras escultóricas con profundo sentido conmemorativo, siendo inmortalizadas por sus hábiles manos las efigies de memorables personajes nacionales y de renombre mundial en bronce y mármol. (Gerl C. y Chávez R., 2010, 100 años de Emiliano Luján, p.3)

El escultor Luján

Por: Gustavo Lara Torrez, Artista plástico; Oruro, 2002

He sido invitado para expresar opinión con motivo de la muestra retrospectiva itinerante del maestro Emiliano Luján, hecho que considero serio compromiso, al mismo tiempo que grato y honroso. Me permito algunas consideraciones puntuales de la prolífica labor del maestro, poseedor de un oficio y profesionalismo raras veces visto en el país.

Pude leer juicios sobre escultura en Bolivia, escasos en relación a la pintura; en su mayoría laudatorios y bien intencionados, escritos por filósofos, poetas, periodistas, etc., pero distantes de la intencionalidad escultórica en su esencia, si consideramos que las artes plásticas se desenvuelven en campos fértiles y fecundos, de infinitas posibilidades y vertiginosos cambios, con lenguajes que le son propios, pero distantes de otros lenguajes también respetables.

Sin duda, Emiliano Luján y Marina Nuñez del Prado juegan un rol importante en el desenvolvimiento de la escultura nacional del pasado siglo. Ambos configuran hitos fundamentales porque asumieron con propiedad los principios constitutivos de la materia, sin descuidar el concepto de “la naturaleza de forma” distante de la idea de “la forma de la naturaleza”. De ahí el hallazgo entre las personalidades de Luján y Nuñez del Prado, que les permite recrear y crear sintiendo, evitando el cerco fácil de un realismo narrativo y fotográfico y de ideologismos que frenan la capacidad creadora del artista, en diálogo íntimo con el lenguaje silencioso de los materiales y herramientas convertidas en prolongaciones del ser.

La conducta de Emiliano Luján transita en dos direcciones definidas: la obra personal de libre expresión, de formato mediano, y la estatuaria monumental.

En la obra personal despliega una versatilidad sin límites, si bien toma como motivaciones a la figura humana, el folklore y la fauna andina. Fundamentalmente plantea el tratamiento de la forma en función de depurar elementos descriptivos innecesarios, volúmenes mayores y menores, salientes y entrantes, concavidades y convexidades que se desplazan en el espacio interpretándose mutuamente, generando espacios y silencios virtuales con el uso correcto de los contrastes como sostén del conjunto.

En el oficio, fue profundo conocedor de las posibilidades de los materiales blandos y arcillosos de rica plasticidad, los de cementación como la escayola y el cemento, o los sólidos y compactos como el mármol, la piedra y la madera; también experimentó la forja en hierro. Espátulas y desbastadores, martillo y cincel, bajando y subiendo andamios; he ahí el fascinante mundo del taller de nuestro escultor.

Luján no es ajeno a los movimientos del arte universal contemporáneo. En el tratamiento de sus formas ondulantes se emparenta con maestros europeos como Brancusi, Moore, Arp, Nepworth y Max Bill, entre otros; éstos, a su vez, inspiraron gran parte de su obra en los tótems y formas sensuales de las esculturas megalíticas y la cerámica de las culturas precolombinas como Tiwanaco, Huancarani, Nazca, Chimú, la azteca, la maya, etc., en visiones dialécticas de las influencias mutuas, comunes entre las grandes civilizaciones.

El maestro Luján es, sin duda, parte fundamental de la estatuaria del siglo XX en Bolivia. Antes de él, los monumentos escultóricos existentes en el país, de próceres e imágenes alegóricas, fueron realizados en Europa y traídos de allá.

El acierto de los gobiernos boliviano e italiano al otorgarle una beca de estudios e investigaciones sobre escultura, los años 1954-55, le permitió ingresar en la Academia de Bellas Artes de Roma. Al mismo tiempo, en Italia se especializó en la talla de mármol y la fundición. En la galería La Feluca expuso esculturas y caricaturas de personalidades internacionales.

Sus monumentos sobre próceres y hechos históricos, instalados en plazas y espacios abiertos de Bolivia, son producto de su riguroso trabajo del oficio de escultor; dibujos, bocetos, maquetas y su transposición al tamaño definitivo son los únicos testimonios de la estatuaria del siglo anterior. Si bien no se le conoce discípulos en escultura, si en la fundición; como don Toribio Quino, y el excelente fundidor don Gregorio Conde Chambi, quien evoca con admiración y reconocimiento a su maestro.

Conocedor profundo de la arcilla como elemento fundamental de la buena escultura, realiza el modelado escultórico tal como lo encarnaban Rodín, Baurdelle y Moore, con maestría renacentista. Ello, unido a sus conocimientos del hierro y la madera para grandes esculturas monumentales, completa este breve análisis para comprender al maestro Luján en su verdadera dimensión.

Sus monumentos testimoniales son los siguientes: el del Soldado desconocido, en Villamontes y La Paz; Eduardo Abaroa, Germán Busch y la alegoría al sabio alemán Humboldt, en La Paz; ecuestre a José Ballivián, en Viacha; a la Reforma Agraria, en Ucureña; Cristo Redentor, en Santa Cruz y Tarija; Tupaj Katari, en Ayo-Ayo; monumento a Juana Azurduy de Padilla, en el aeropuerto de Sucre, en colaboración con el artista y arquitecto Ricardo Pérez Alcalá (aunque al pie de esta estatua figura arbitrariamente el nombre de otra persona).

Esta visión sintética de homenaje al maestro Luján nos invita a incorporar en la nota los nombres de otros artistas que dieron fisonomía a la escultura nacional; entre ellos: don Marcelino Villa Corta (Oruro); Marina Núñez del Prado, Hugo Almaraz, Alejandro González, Víctor Zapana, Jorge y Ted Carrasco Núñez del Prado, Francine Secretan, Daniele Caillet (La Paz); Alejandro Guardia, Ponciano Cárdenas, Wálter y César Terrazas (Cochabamba); Fausto Aoiz (Potosí); Marcelo Callaú (Santa Cruz), y la joven generación emergente con nuevas propuestas, técnicas y mundos imaginantes.


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